Por Juan Bernardo
Elsita, ya son cuatro primaveras de tu ausencia física, aunque he sentido tu presencia al recorrer, la semana pasada, el Mixcoac tradicional en el que vivimos felices una década en la ciudad de México, nuestros largos paseos con nuestro poodle, el "Asterix", por la colonia de centenarios árboles y de casonas carminadas del Opus Dei y la Universidad Panamericana.
Esta mañana en que las flores amarillas de las primaveras de Guadalajara están bibrando intensamente con la luz del sol, vuelves a estar conmigo en mi pensamiento y en mi corazón, para reconfortar el dolor de tu ausencia...
Elsita, te amaré por siempre...
