jueves, 16 de abril de 2009

En nuestro décimo quinto aniversario…

Por Juan Bernardo Dolores González

Hace cinco meses la vida se llevó a mi compañera de quince años, la mujer que me acompañó en mi ascenso profesional, y codo a codo, me apoyó en la difícil labor de formar una comunidad de diseñadores de interiores en México e Ibero América…

Nacida en Torreón, Coahuila en 1965, Elsita González Montenbruck fue la hija más pequeña del matrimonio formado, por Norma Montenbruck Sánchez y Ricardo José González Sada, quienes procrearon otros tres hijos Norma Irene, Mónica y Ricardo Antonio.

Desde niña Elsita fue un ser muy especial, quienes la conocieron desde aquella época, sus padres y amigos, coinciden en que era una niña muy dulce, dueña de una simpatía natural y un acendrado instinto maternal ¡pero el Cáncer marcó su destino, desde sus primeros dos años de vida! en los que un Retinoblastoma, heredado por algún antepasado anónimo, le arrancó el ojo izquierdo y amenazaba con quitarle el otro; afortunadamente pudo salvar el derecho y también su vida, gracias a Dios, a un exhaustivo tratamiento experimental del doctor Diéz en el Centro Médico de la Ciudad de México, y a que su madre Norma Montenbruck de González, le ofreció tres años de la suya, al mudarse al D. F. con ella, lejos de sus otros tres hijos y esposo, quienes en aquel entonces vivían en Torreón. Para finalizar esta etapa, a sus cinco años, Elsita triunfó sobre su primer cáncer… los saldos: una joven médula dañada por las quimios, excesivamente tóxicas de la época, pero con un cuerpo fortalecido, que aprendió a defenderse del Cáncer. Lejos estaba de sospechar, que 34 años después, el cáncer se presentaría de nuevo en diversas modalidades, para amenazar, nuevamente, su vida…

Elsita y yo nos casamos el 16 de abril de 1994 en la pequeña capilla del Club de Golf Santa Anita en Guadalajara en una ceremonia íntima y emotiva, vivimos una década en la Ciudad de México, no tuvimos hijos por el temor a que heredaran el Retinoblastoma, y vivimos cuatro en Guadalajara, donde le detectaron a finales del 2004 un Liposarcoma muy agresivo en la cadera, un Cáncer muy avanzado…

La vida le imponía cada vez retos más grandes; al tumor madre en la cadera, que fue detectado cuando Elsita tenía 39 años, y que a través de quimios y radios sobrepasó en el 2005; le siguió la metástasis, de una decena de calcificaciones en los pulmones, cuyo diagnóstico era: inoperables, y que Elsita, con mucha entereza, también trascendió en el 2006; como trascendió los tumores en los lugares, más recónditos del cerebro en el 2007, donde la cirugía era imposible… por ello Elsita no tenía temor, tenía el poder suficiente para luchar contra el Cáncer, sabía que lo podría vencer…

Sin embargo en el 2008 un pequeño tumor, una metástasis colocada estratégicamente en la médula, acabó con el flujo de la información del cerebro, paralizó e insensibilizó su cuerpo, detuvo la producción de glóbulos blancos, y con ello, suprimió todas sus posibilidades de vida… el 13 de mayo de 2008 me da la noticia, mi cuñada Norma, que estaba en consulta con el Dr. Gilberto Morgan, que Elsita tenía aproximadamente dos meses de vida… al otro día salía a Vallarta al I Congreso Internacional de Diseño de Interiores y Arquitectura en donde debía mostrarme feliz y festivo como la ocasión lo ameritaba.

Postrada seis meses en una cama especial y después de seis años con Cáncer, el 11 de noviembre de 2008, Elsita fallece de un paro respiratorio a las 6.24 de la mañana, después de una breve agonía final de 24 minutos, en nuestro departamento de Gavilanes Poniente en las afueras de Guadalajara. En esos minutos, un espeso banco de niebla se apoderó de un radio de cuatro kilómetros, entre San Agustín y Gavilanes… Eileen una gran amiga de la familia y yo notamos esa espesa neblina en la carretara…

Aún no sabemos porque la vida le puso los obstáculos para agotar sus posibilidades de existir… una teoría dice, que Dios la amaba tanto que la convirtió en un ser especial, con un sufrimiento mayor al de los demás seres humanos, para que expiara las culpas del mundo… una filosofía del dolor y culpa, que no correspondía, con la existencia de amor y bondad, que Elsita ejemplificaba con su propia vida, lejos de los juegos de poder de la culpa, lejos de cualquier concepto de pecado… un ser limpio y bondadoso…

Elsita significa un ser humano con la mayor entereza; pese a su pequeña y frágil figura, su estatura moral creció hasta convertirse en un gigante… le doy gracias a Dios que nos permitió disfrutarla y que nos disfrutara a sus seres queridos durante casi cuatro años de enfermedad en Guadalajara…

Elsita González Montebruck es el ejemplo más claro de la fortaleza de un ser humano, que está empeñado en vivir para ayudar al prójimo, en su caso, ayudar a su compañero, para no dejarlo desvalido en este mundo… porque la Elsita que conocí a sus 27 años era la mujer frágil, menudita, que físicamente yo protegía; pero la Elsita de los 42 años, terminó su vida significando la mujer sólida, que protegía mi integridad psíquica; además de mi compañera, se convirtió también en una madre amorosa, a pesar de sus graves dolencias físicas… tal vez por ello mi madre consanguínea, quien me amó tanto y la amé, Leonor González Cervantes había muerto tranquila en 1996 al dejarme confiadamente en manos de Elsita…

Elsita era el centro de gravedad de mi existencia, alrededor de ella me movía, movía toda mi vida… pero, siempre regresaba a ella, vivía en función de ella, viví los últimos años prodigado a Elsita… ahora que no existe centro ni perifera, todo movimiento sólo puede ser errático… seguramente, con el tiempo, encontraré una nueva vida, nuevos centros de gravedad, nuevas periferias y movimientos ciertos, pero estoy seguro, así lo juré en su funeral, que nunca olvidaré a mi compañera de quince años de amor en plenitud…

Guadalajara, 16 de abril.