lunes, 18 de mayo de 2009

Más que una mujer

Por Greta Arcila

Fueron varios los párrafos escritos y borrados antes de decidirme a redactar esto. ¿Por qué? Simple: la tristeza me embarga. El motivo: la vida decidió llevarse a una persona que con su sola existencia hizo que la vida de mi amigo Juan Bernardo Dolores, propulsor del interiorismo en México, estuviera llena de sonrisas y ganas de luchar por difundir todo el talento que hay en nuestro país.

La primera vez que tuve la oportunidad de ver a “Elsita” fue en la Primera Bienal de Interiorismo, la cual se llevó a cabo en Bellas Artes, en el tercer piso, en los días en que Sara Topelson era la directora del Museo de Arquitectura en Bellas Artes y quien había dado todo el apoyo a los involucrados en ésta. Sólo la veía correr de un lado a otro, saludando a todo el gremio arquitectónico que esa noche se dio cita. Antes de que empezara la presentación ella seguía arreglando carteles presentados. Después de las palabras de bienvenida, agarró la mano de su esposo y caminó –lo poco que se podía ver ya que el lugar estaba a tope- muy orgullosa junto a él. Desde ahí supe que era una mujer fuerte que apoyaba a la persona que había escogido, una mujer decidida a lucha por los sueños de su compañero.

Cuando por fin platiqué con ella, fue en la organización de un ciclo de conferencias que se llevarían a cabo en Bellas Artes, el Colegio de Arquitectos y la Torre Mayor. El día que recuerdo con claridad fue cuando estábamos en el piso 52 de la, que en aquel entonces era la, Torre más alta de Latinoamérica. Corría para todos lados dando la bienvenida a los invitados quienes habían viajado desde Canadá para dictar su plática. Me platicaba todo lo que habían luchado por tener ese escenario, y de cómo, el ahora director de desarrollo urbano de la ciudad de México, el arquitecto Arturo Aispuro les había apoyado, había creído en ellos. Al final de la conferencia, no hizo más que agradecer la ayuda a su esposo. En aquel entonces, no se tuvo casi ningún patrocinador, pero no importaba, lo que la movía a ella y a su pareja iba más allá de una mera intención de hacer un evento; a ellos los motiva el amor por la arquitectura y el respeto a los involucrados en esta.

Siempre de pie y luchando contra todas las pruebas que la vida le ponía, nunca borró la sonrisa de su cara. Ella era una mujer que se levantaba a pesar de sus dolores, una mujer que ayudaba a su pareja a editar libros, a dar conferencias, a viajar por el país con las exposiciones que ellos organizaban; una mujer de bien que nunca entendió el porqué del mal en esta vida. Hoy estoy segura que al medio del interiorismo le hará mucha falta su entrega y pasión, y por eso me atrevo a escribir estas palabras en un medio que es leído por mucha gente que la conoció y se que valora su aportación y su lucha. Hoy hay un gran hueco en el mundo pues ella se ha ido, pero nunca olvidaré lo que me pidió el último día que fui a verla a su amada Guadalajara: que no me olvidara de su compañero, pero sobre todo, que fuera feliz. Prometo hacerlo Elsita.


Artículo publicado en la Sección Opinión de la Revista Espacio Corporativo de Grupo Editorial Estilo México, página 80, back.